Habría que rendirle honores. Habría que tener tan solo un poco de conciencia, un poco de memoria y un poco de ganas por reír para ya saber apuntar a un lugar, que gracias al paso del tiempo, a las experiencias vividas y a cada noche, han de transformarle en algo divino. Es verdad que si lo miramos desde afuera, sería solo un lugar tapado en cuatro paredes, una gran ventana y un colorido que se ha ido mimetizando a lo largo de los años. Es verdad que sería solo una habitación, una cama y un escritorio. Es verdad que, en el peor de los casos, solo es un lugar, un cuarto más y solo eso. Pero para que vamos con cosas, eso sería ser muy vago, muy burdo y muy poco realista. La verdad está muy alejada de lo recién mencionado. Lo real es algo que quizás, solo pocos podrían llegar a comprender. Es un templo. Es unión, mezcla de recuerdos y mucha energía liberada. Es mi estación favorita. Es mi lugar de relajación, mi campo de sentimientos. Es donde El Circulo se dio a conocer. Es donde termino y comienzo cada semana. Es donde los nombres más importantes se nombran, es donde la magia vuela libre, es donde los rostros más maravillosos de este mundo se juntan, siendo uno solo. Es esa imagen que tendremos pasados todos estos años. Es el saber que los recuerdos viven aún y que todo lo que respiramos es y será una nueva y gran aventura.