martes, julio 24, 2007

Contigo

Levantar la copa por no sentir el temor que producen las palabras de aquel poeta callejero que pensó en cambiar, en dejar de sentir un beso algo dulce y de quitarle el azul al cielo.

Levantar la copa por no dejar de ver poesía en un pan, en un vino, en un estrellar de brillos de ojos; por no dejar de sentir hasta la mismísima soledad como la mayor de las compañías.

Levantar la copa como la levantan los campeones, los gloriosos y los que logran encontrar el mejor de los finales en un tope de mejilla con la ola vecina.

Levantar la copa y no perder el horizonte, que termina siendo lo más importante jamás imaginado, saber que contiene ese frasco y llenarse de ganas al saber que existirán nuevas y mágicas aventuras por las cuales pelear.

Levantar la copa, por quienes invaden sueños y por quienes te los regalan mientras caminas por la avenida más transitada de la urbe.

Levantar la copa por ustedes, amigos míos; por su salud y sus virtudes, que hacen de este ser caminante el hombre más afortunado de la vida; por cada detalle que llena de colores este paisaje; por sus segundos unidos a los míos, por todo y mucho, mucho más que eso.

De corazón, salud.